Thursday, March 27, 2014

Todos somos uno y uno somos todos

¿Cuál es el principal problema de la humanidad?
¿Cuando nos desviamos del plan divino?
¿Por que el 80% de la riqueza la tiene el 20% de las personas?

   Estas son solo algunas de las preguntas que mucha gente se hace a diario y que yo mismo he buscado respuesta. No me considero un erudito, un sabio, ni mucho menos un simple psicólogo. Tampoco busco encontrar el santo grial o la fuente de la juventud, simplemente soy un ser humano con defectos y virtudes como cualquier otro.

   Sin embargo, si puedo entender que el principal problema de la humanidad es la propia humanidad y como nosotros mismo creamos fantasmas, paredes y títulos buscando separarnos de la colectividad.

   En un mundo ideal, el que trabaja, es honesto, derecho y fiel debería de lograr siempre la riqueza y no la material que es la más sencilla, si no la espiritual que es la que lleva a la alegría, la felicidad y el eterno descanso. Desafortunadamente, esa no es la norma y mucha gente que cumple estos requisitos ve la vida pasar con sufrimiento, desprecio, coraje, envidia y muchos calificativos que esta individualidad colectiva ha implantado en el psique de la supuesta "sociedad moderna".

   ¿Cuando fue la última vez que levantamos la cara al sol solo para sentir como el calor invade nuestro rostro y nos llena de energía? El mismo sol, que baña las plantas, los animales y sobre todo que toca a todos sin importar razas, credos y status social.

   ¿Cuando fue la última vez que respiramos profundo, llenamos nuestros pulmones de aire y soltamos alguna palabra de aliento, de cariño, de agradecimiento o respeto a un ser querido, un amigo o simplemente un extraño en la calle? El mismo aliento que nos mantiene vivos lo compartimos con otros 7 billones de personas en el mundo.

¿Cuando fue la última vez que dimos las gracias, y no de manera automática, si no un gracias sincero, del corazón y con la intención de hacer sentir mejor a la otra persona?

   El mundo ideal no existe, jamás existirá y poco podemos aspirar a crearlo. Sin embargo, si podemos sembrar, crear, cultivar y cosechar pequeñas parcelas de esperanza, alegría, igualdad, agradecimiento, tolerancia y convivencia, donde la envidia, el status, la riqueza, el coraje y la intolerancia sean eliminadas de raíz.

   No se trata de iniciar una guerra y acercarnos al comunismo, se trata de crear las condiciones humanas para que todos o por lo menos los niños arranquen su vida bajo las mismas circunstancias y donde uno gana el respeto, no por ser más grande, más rico, más fuerte o más viejo, si no por que su aporte a este colectivo es grande, su sabiduría se contagia, su esfuerzo se premia y sobre todo su humildad lo hace caminar como gigante.

   En este planeta donde la riqueza nos separa cada día más, la civilidad, la educación, el conocimiento, la gratitud, la búsqueda por la felicidad y sobre todo el respeto nos acercan a los unos con los otros. Al final todos somos uno y uno somos todos.


No comments:

Post a Comment